Un tipo caminaba por la plaza, la misma de siempre, la histórica, sin imaginarse lo que estaba por pasar.
En Frente, otro tipo estaba sentado en su sillón, pensaba, como siempre pensaba.
La situación estaba complicada, la guerra ya había terminado hacía diez años, y el gran pasar económico del país ya no era tal. Los norteamericanos, ni lentos ni perezosos, habían puesto en marcha el plan para que media Europa se recupere y entre en su órbita. Claro, nada es gratis en la vida, los norteamericanos, además de los grandes intereses que obtenían del pago de la deuda, habían exigido que sus productos agropecuarios fueran prioridad en el mercado europeo. ¿Cómo negarse, si al fin y al cabo el conflicto bélico los había dejado devastados?.
¿Qué tiene que ver todo esto con lo que pasaba en Argentina?. Mucho. Nuestro país seguía siendo, a pesar de los esfuerzos de El General, un país agrícola ganadero. La industria desde 1930 se había desarrollado enormemente, pero no lo suficiente para vivir de ella, las divisas seguían (siguen) entrando por la venta de carnes y cereales. A esta altura es casi obvio el problema con el que se había encontrado el Segundo Plan Quinquenal, ya no había a quien venderle el excedente agrícola, EE.UU. había copado el mercado europeo y a los productos argentinos les quedaba un pequeñísimo lugar, algo así como el último rincón de la última góndola del súper. Al no entrar divisas, la burguesía, que ya es reacia a las inversiones, ahora las evitaba a toda costa, generando un estancamiento de la economía.
El tipo del sillón estaba muy débil, no físicamente, sino políticamente. La falta de ingresos lo había obligado a negociar con el imperialismo (tampoco se puede vivir aislado). Luego de varios roces, la relación con la iglesia se había roto, la institución que más influía en la opinión pública le había quitado el apoyo. La huelga de los metalúrgicos del '54 lo había descolocado, un sindicato propio le jugó en contra. Y, como siempre, los gorilas estaban al pie de los cañones que apuntaban a la Casa de Gobierno.
De repente el tipo de la plaza sintió un estruendo, el suelo vibró.
-Pero la puta, ya ni por la plaza se puede andar tranquilo.
Y no, ni por la plaza ya lo dejan caminar a uno, ahora se les ocurre tirar bombas, de las de verdad. Al tipo no le queda otra que salir corriendo, como puede, de allí, nunca sabremos si entró en la cuenta de los muertos o de los sobrevivientes.
En el ministerio de guerra se preguntaban qué hacer.
-¿Cómo los paramos?
- Si convocamos, el pueblo responde
- ¿Vos estás loco? Hay que evitar las mayor cantidad de muertes. Me parece que renuncio y cortamos por lo sano.
- No, General, aguantamos como podemos, destruirán la rosada, pero por encima de las instituciones no pasarán.
Ya en junio habían avisado, de una se zafa, de la segunda ya iba a ser mas difícil
-Pocho, entréguenos los fusiles, lo vamos a bancar.
-No puedo desatar una guerra civil.
-Pero a estos hijos de puta hay que contestarle, si se meten con Perón se meten con el pueblo.
-No quiero que esto termine como España -y cerró la discusión.
La guerra que no quiso desatar, pudo haber sido una masacre. Era 16 de setiembre, el mensaje que llegó al despacho presidencial era claro, instaba al Presidente a abandonar el poder, y a retirarse del país, caso contrario sería apresado (una vez más). Se comentaba que había un buque de guerra apuntando sus cañones a la casa rosada, una avivada y volaba todo a la mierda.
- Desde este momento, el gobierno constitucional es depuesto por el orden militar.
- ¿Y ustedes quiénes se creen que son?
- La Revolución Libertadora, y va a ser mejor para todos que abandone rápidamente el edificio.
El ataque estaba comandado por un General demasiado cagón y mediocre, que una vez que logró expulsar al "tirano prófugo" y colocarse en el sillón, no le dio el coraje para tomar las medidas antipopulares que esperaban los sectores que habían apoyado el golpe, así que tuvo que ser derrocado el 13 de noviembre de 1955.
Pero el que ejecutó el golpe, no fue el mismo que el que lo ideó. La materia gris atrás de todo esto es la personificación misma del gorilismo. Pero esta no se colocó inmediatamente a la cabeza del estado, la paciencia (la suya y la del resto de los gorilas) le duró 52 días. Ya no se podía seguir jodiendo con el "peronismo sin Perón", la iglesia y la S.R.A. exigían cambios YA, sus intereses no permitían que la constitución del '49 siga vigente, ni que los sindicatos sigan organizados.
Así fue que el gorila supremo se colocó en la presidencia, desde donde reprimió a todas las expresiones peronistas que estaban latentes en la mayoría del pueblo argentino. Pero jamás logró hacer desaparecer el movimiento, ni el sentimiento de los descamisados hacia Perón y Eva.
"No me quedaba más que irme del país. Si me quedaba, si apelaba a los trabajadores, al pueblo, hubiese sido un río de sangre. Yo vi a España después de la guerra civil, yo vi a esos crápulas bombardeando la Plaza de Mayo"
J.D. Perón