jueves, 1 de abril de 2010

Quién dijo que se acabó, si esto recién empieza.

Un tipo caminaba por la plaza, la misma de siempre, la histórica, sin imaginarse lo que estaba por pasar.


En Frente, otro tipo estaba sentado en su sillón, pensaba, como siempre pensaba.

La situación estaba complicada, la guerra ya había terminado hacía diez años, y el gran pasar económico del país ya no era tal. Los norteamericanos, ni lentos ni perezosos, habían puesto en marcha el plan para que media Europa se recupere y entre en su órbita. Claro, nada es gratis en la vida, los norteamericanos, además de los grandes intereses que obtenían del pago de la deuda, habían exigido que sus productos agropecuarios fueran prioridad en el mercado europeo. ¿Cómo negarse, si al fin y al cabo el conflicto bélico los había dejado devastados?.

¿Qué tiene que ver todo esto con lo que pasaba en Argentina?. Mucho. Nuestro país seguía siendo, a pesar de los esfuerzos de El General, un país agrícola ganadero. La industria desde 1930 se había desarrollado enormemente, pero no lo suficiente para vivir de ella, las divisas seguían (siguen) entrando por la venta de carnes y cereales. A esta altura es casi obvio el problema con el que se había encontrado el Segundo Plan Quinquenal, ya no había a quien venderle el excedente agrícola, EE.UU. había copado el mercado europeo y a los productos argentinos les quedaba un pequeñísimo lugar, algo así como el último rincón de la última góndola del súper. Al no entrar divisas, la burguesía, que ya es reacia a las inversiones, ahora las evitaba a toda costa, generando un estancamiento de la economía.

El tipo del sillón estaba muy débil, no físicamente, sino políticamente. La falta de ingresos lo había obligado a negociar con el imperialismo (tampoco se puede vivir aislado). Luego de varios roces, la relación con la iglesia se había roto, la institución que más influía en la opinión pública le había quitado el apoyo. La huelga de los metalúrgicos del '54 lo había descolocado, un sindicato propio le jugó en contra. Y, como siempre, los gorilas estaban al pie de los cañones que apuntaban a la Casa de Gobierno.

De repente el tipo de la plaza sintió un estruendo, el suelo vibró.

-Pero la puta, ya ni por la plaza se puede andar tranquilo.

Y no, ni por la plaza ya lo dejan caminar a uno, ahora se les ocurre tirar bombas, de las de verdad. Al tipo no le queda otra que salir corriendo, como puede, de allí, nunca sabremos si entró en la cuenta de los muertos o de los sobrevivientes.


En el ministerio de guerra se preguntaban qué hacer.

-¿Cómo los paramos?

- Si convocamos, el pueblo responde

- ¿Vos estás loco? Hay que evitar las mayor cantidad de muertes. Me parece que renuncio y cortamos por lo sano.

- No, General, aguantamos como podemos, destruirán la rosada, pero por encima de las instituciones no pasarán.


Ya en junio habían avisado, de una se zafa, de la segunda ya iba a ser mas difícil

-Pocho, entréguenos los fusiles, lo vamos a bancar.
-No puedo desatar una guerra civil.
-Pero a estos hijos de puta hay que contestarle, si se meten con Perón se meten con el pueblo.
-No quiero que esto termine como España -y cerró la discusión.

La guerra que no quiso desatar, pudo haber sido una masacre. Era 16 de setiembre, el mensaje que llegó al despacho presidencial era claro, instaba al Presidente a abandonar el poder, y a retirarse del país, caso contrario sería apresado (una vez más). Se comentaba que había un buque de guerra apuntando sus cañones a la casa rosada, una avivada y volaba todo a la mierda.
- Desde este momento, el gobierno constitucional es depuesto por el orden militar.

- ¿Y ustedes quiénes se creen que son?

- La Revolución Libertadora, y va a ser mejor para todos que abandone rápidamente el edificio.

El ataque estaba comandado por un General demasiado cagón y mediocre, que una vez que logró expulsar al "tirano prófugo" y colocarse en el sillón, no le dio el coraje para tomar las medidas antipopulares que esperaban los sectores que habían apoyado el golpe, así que tuvo que ser derrocado el 13 de noviembre de 1955.

Pero el que ejecutó el golpe, no fue el mismo que el que lo ideó. La materia gris atrás de todo esto es la personificación misma del gorilismo. Pero esta no se colocó inmediatamente a la cabeza del estado, la paciencia (la suya y la del resto de los gorilas) le duró 52 días. Ya no se podía seguir jodiendo con el "peronismo sin Perón", la iglesia y la S.R.A. exigían cambios YA, sus intereses no permitían que la constitución del '49 siga vigente, ni que los sindicatos sigan organizados.

Así fue que el gorila supremo se colocó en la presidencia, desde donde reprimió a todas las expresiones peronistas que estaban latentes en la mayoría del pueblo argentino. Pero jamás logró hacer desaparecer el movimiento, ni el sentimiento de los descamisados hacia Perón y Eva.


"No me quedaba más que irme del país. Si me quedaba, si apelaba a los trabajadores, al pueblo, hubiese sido un río de sangre. Yo vi a España después de la guerra civil, yo vi a esos crápulas bombardeando la Plaza de Mayo"

J.D. Perón

viernes, 26 de marzo de 2010

Un punto de partida...(no el único)

Eran miles, pero no unos pocos miles, sino muchos, muchísimos miles.

Era la primera vez que esa plaza estaba llena, la primera vez que era transitada por aquellas "cabecitas negras".

Era diecisiete de octubre y ya la primavera estaba entrada. Empezaban los primeros calores, esos que son sumamente agradables y no molestan ni agobian, pero la gran cantidad de personas que allí se encontraba acumulaban una cantidad impresionante de calor humano. Algunos dicen que en el centro de la plaza la sensación térmica ascendía hasta los cuarenta y cinco grados.

Vistos de enfrente, desde la ventana, que da al balcón, que da a la plaza, parecían un hormiguero, pero a diferencia de este, era muy difícil pisarlo con un zapato y hubieran causado terror a cualquiera que se interpusiera entre ellos y su objetivo.

En la oficina, que tenía la ventana, que daba al balcon, que daba a la plaza, un coronel pensaba mientras fumaba y bebía whisky.
- No puede ser que este tipo nos esté costando tanto.
- No se preocupe, Coronel, ya se les va a pasar, se van a aburrir.
- Mirá si se van a aburrir... Una puta secretaría le dimos nada más y este hijo de puta me mueve a todos estos negros.
- Podemos solucionarlo fácil, Coronel, mandamos al ejército y se acabó.
- ¿Pero que mierda tenés en la cabeza vos? llegamos a reprimir y de acá nos vamos en una funda, nos ponen el traje de madera.

En frente del despacho, un muchacho no podía soportar más el calor, hasta llegó a sentir que le bajaba un poco la presión. Esta situación lo llevó a tomar la decisión de, cual pato, meter las patas en la fuente, jamás imaginó que un fotógrafo se encontraba cerca para capturar aquella escena inédita en la plaza de la gente de bien, a nadie se le hubiera ocurrido cometer semejante barbaridad. Pero aquel día la gente de bien no tenía cabida en ese lugar, aquel día era la plaza del pueblo. Y esa foto sería todo un símbolo de lo vivido.

En otra parte de Buenos Aires, una dama sufría porque su caballero se encontraba preso en una isla, pensaba que ya nunca lo vería, pensaba que todo lo que él había logrado y avanzado iba a quedar en la nada, pensaba, pensaba y no quería pensar más, quería tener noticias de él.

- Jefe, está la plaza llena de gente pidiendo que lo repongan en el gobierno.
No hacían falta más palabras, en aquella redacción todos sabían de que se estaba hablando:
- No puede ser, no puede ser. Ese tipo no puede llenar la plaza.
- Si quiere le miento, pero la plaza está llena.
- No me tenés que mentir a mí, anda y mentí en la tapa de mañana.

La noche estaba cayendo y el Coronel seguía aferrado al whisky:
- No nos queda otra.
- No lo podemos largar ahora, vamos a quedar débiles.
- Ya estamos débiles, si no lo hacemos nos comen crudos. Hacé que lo vayan a buscar, esto no da para más.

Lo que viene después es historia sabida. El Líder saludando desde el balcón, la multitud satisfecha y otros detalles.

Este día lo recordamos, como el día que el pueblo le ganó al poder, apenas una batalla, y el que ningún medio pudo tapar el mayor movimiento de masas de la historia.